Según
excavaciones recientes por unos exploradores debajo de una Charcutería
abandonada en una Villa de granjeros al Sur-Oeste en los Países Bajos. Fue hallada
entre escombros una rustica biblioteca, entre los enseres se encontraba una
ponchera de barro que contenía unos fragmentos
que relata sobre un cuento clásico que datan de 458 años, sino, por ahí va la
cosa.
Entre los
arqueólogos hubo disensión. Quién sería el vocero(a) para notificar al público
literario sobre tal novedad. Dícese arqueólogo
a las persona que siempre están arqueada
escarbando algo. Lo cierto es que Tía Betulia miembro adjunta y experta en
colar café con medias mingas, fue encomendada en unir esos fragmentos con
saliva de loro.
Lo cierto, es que
narra la historia de un Lobo Feroz que tenía una Charcutería, que era
abastecida con una marca de Jamón de
Cochino. La trama se nota interesante por la curiosidad de unos faltantes
fragmentos, que fueron completados por el método “será este”. Resultó un tanto,
asqueroso para nuestros tiempos, pero muy original “Las Tres
Cochinadas del Lobo Feroz”. Además se recuperó el sentido ayudado, por las
gráficas referenciadas al texto, es decir, todo estaba ahí y final todos
exclamaron ¡Miarma!.
El Lobo utiliza a
los cerdos como laxante y expulsar de un soplo
su bolo intestinal. El cuento en la actualidad se tergiversó para no ser expropiados
y usado indebidamente por regímenes de controles y marginalidad a los pueblos.
Todo ha sido en vano, el Régimen Uh Ah tiene más de tres periodos ejecutando
este relato, poniendo sus cochinadas
y limpiándose con el pueblo. Usando el cuento de que esto es una revolución del
JAMÓN.
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