Cuenta Tía Betulia veterana en asuntos culinario, bueno es
su Sobrina, pero la cosa es que al llegar diciembre surge una tradición de
hacer hallacas. Tal aventura reúne a la familia, sí, como los refrescos
familiares de diferente sabor y color. Como es comida lo que hay de por medio
ahí van pegado, todo gira en la mesa. Los mejores analistas, pues si, es anal
ya que todo lo que se come baja por el tobogán, donde la espalda cambia de
nombre.
Resulta, que estos
expertos examinan la hayaca como una autopsia,
la abren meticulosamente, revisan y la comparan con la de su mamá. Empiezan que
si esto o aquello, le falta, se pasaron, está crudo y el “esto que es”. Después
es que comen, como si comieran mamón paseando los ingredientes por todas las
papilas de la boca. Resulta que si no se la comen pasan el día de hambre, ¡pero
no! antes se ponen con esa monería.
Además surge
cualquier expresión navideña para referir a las cosas y personas. Tia Betulia
es una de ellas que responde decembrinamente:
- ¿Cómo amaneciste? ¡como el pan de jamón ¡ ¡Ah si! Con el
jamón por dentro.
- Haber si se bañan que hieden a Hayaca piche.
- Estoy más sudada
que un pernil.
- ¡Miarma Sobrina! Súbete el pantalón, que se te ve el
pabilo que amarras la Hayaca.
- ¡Cuando viene la aceituna negra de tu hija!
- ¡Tia Betulia , tu sobrina se resbaló en la piscina, quedó
como una hayaca abierta! Se le vio todo.
- ¡Mirá Tia Betulia!, con esa lycra pareces una Hayaca mal
amarrada.
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