Me dicen los que me cuentan, que hay especímenes que gravitan sus pensamientos en la grasa. Como mantenerla, quitarla o agitarla públicamente. Ellos siguen las instrucciones como en las etiquetas de los envases homogeneizados que se jartan. “Agítese antes de ingerirlo”. Ahí es donde los voluminosos se disponen a caminar, asumiendo la expresión de “agitarse asimismo antes de jartar”.
La cosa es que hay espectadores, al ver esos objetos sexuales, ya que pertenecen a unos de los dos
sexos; son como unos globos o pelotas de látex infladas al punto de
ebullición y luego lo inesperado… la explosión.
Por eso, cuando se contempla a un gordo, los ojos en posición de sobresalto por
el temor de la explotación sexual.
Es decir, ese sexo ambulante puede estallar
de manera grasosa. De acuerdo a la teoría
del caracol que deja una estela viscosa al caminar, Estos objetos sexuales
caminan dejando grasa como si rebosaran de grasa. Cuando tenga un avistamiento
de un gordo agitándose –trotando o caminando--, está en presencia de una
inminente explotación sexual.
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