La cosa, desde
sus inicios se puso divertida al punto que todos se retorcían incontrolables,
viendo al payaso y su malabares con tres pelotas sobre un mono-cicla. No cesaban de reír, los minutos transcurrían y el Payaso Cojo sudaba. No le hallaba la
gracia que las tres pelotas produjeran tantas risas.
Pasaron (45)
minutos y el Payaso Cojo exhausto,
lo colmo que unas piches pelotas produjeran tanta risas sin control, se enfadó
gritando a todo pulmón. –“Acaso tengo monos en la cara, ¿Qué soy, un Payaso?”
respeten mi trabajo”. Aún así reían, hasta que un niño riendo, se acerca con el sillín de la cycla en la mano. Diciendo: -“desde que
comenzaste, se te cayó la silla”.
Fue entonces que
todos a una voz, decían: ¡Que se baje!, ¿Cómo te quedó el ojo?, ¡Queremos ver
el tubito!. ¡Que camine!. El Payaso Cojo dejó el pelero. Huyó dejando su
charola con dinero en la plaza; el día transcurrió hasta el anochecer. El Payaso Cojo, con sigilo se acercó y ahí
estaba su dinero. La luna era testigo y varios ojos entre los arbusto. Y con
grito sorpresivo de ¡Ajá! Salieron
de la espesura el público escondido a la espera de su regreso y ver caminar al Payaso Cojo.
Aún no se sabe,
que si lo del Payaso Cojo, es porque
cojea por lo del tubito o porque cogió derechito vereda arriba sin parar. Hasta el sol de hoy el Payaso anda de civil, es decir sin el disfraz de payaso; vendiendo
bolígrafos en los buses. Se supo, porque cojea
al caminar, como cuando se maneja una cycla
sin sillín. Esto lo acredita Riky y Juanga.
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