Cuenta la leyenda urbana que el terruño de
Maracaibo, asentamientos de Gordos y
Tripúos, ya que si no se sientan
pueden rodar o pasar por un dirigible. Dicen que el sol calcinante que hace sudar la cositas más íntima que se
tiene que sudar; tanto a hombres, mujeres
y también a los Gay (los del tercer tipo, aún no se sabe que se le suda). El sol se ocultó tímidamente esa
tarde del domingo 29 de julio 2013. Y Fue
azotado por un coletazo de vientos huracanados y granizo. Ahí está la cosa ¿fue
granizo de verdad?.
Recurrimos
y consultamos a Tía Betulia experta en arrancarse con los dientes uñeros de los
pies. Resulta -dice ella- que los indígenas y los que no es indígena hacían del
domingo un día de esparcimiento, cuando de repente se oscureció, así , como el
gobierno del régimen Uh Ah aprueba leyes descabellada y tiene al país en el
progreso de la miseria del racionamiento socialista Uh Ah.
Tía Betulia mientras se acomodaba la lycra,
vio con sus propios ojos como el techo de zinc oxidado y con cabuyera roída se
desprendió bruscamente, dejando al descubierto a mi aguela que tenía las uñas
clavada en la poceta del WC para sostenerse; para su asombro le cayó un techo
nuevo con acerolic y cabuyera nueva, del mismo tamaño del ranchito. “todos
dijimos, que la naturaleza se ocupa, hasta en esos detalles y no la desamparó.
Luego, a lo que vinimos, lo del granizo
que cayó resultó ser que un goajiro que vende cepillado lo agarró desprevenido peladeando
a full cotiza (chancleta) cuando vio que la cosa se puso negra. Lo que más pudo
hacer fue que se agarró de los pelos flechuos de la cabeza para sostenerse, mientras que la
bicicleta con cajón, hielo y botella fue levantada bruscamente, que asemejaba la bicicleta de E.T. surcando el cielo (pero
sin goajiro). Mientras se paseaba el carrito de cepillao en lo alto, todo se
desparramó hasta el hielo granizado. Tia betulia jura y perjura que así fue y
se decía ¡Miarma que es eso! y ¡Zuakata!
le cayó un vaso de cepillao en la mera
frente y exclamó una vulgaridad tan fuerte que todavía el eco se logra escuchar,
cuando el rayo del catatumbo lo
activa.
El Goajiro sigue buscando los pedazos
esparcidos de la bicicleta, lo que más le duele e indigna, es que no consigue
la gorra. Ya que un goajiro sin gorra no es goajiro. Además tiene la esperanza
de conseguir el hielo intacto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario