Nacimiento de una Nueva Nación

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Los Libertario por una Nueva Nación

lunes, 5 de agosto de 2013

El Misterio del Granizo en Maracaibo

  Cuenta la leyenda urbana que el terruño de Maracaibo, asentamientos de Gordos y Tripúos, ya que si no se sientan pueden rodar o pasar por un dirigible. Dicen que el sol calcinante que hace sudar la cositas más íntima que se tiene que sudar; tanto a hombres, mujeres y también a los Gay (los del tercer tipo, aún no se sabe que se le suda). El sol se ocultó tímidamente esa tarde del domingo  29 de julio 2013. Y Fue azotado por un coletazo de vientos huracanados y granizo. Ahí está la cosa ¿fue granizo de verdad?.
  Recurrimos y consultamos a Tía Betulia experta en arrancarse con los dientes uñeros de los pies. Resulta -dice ella- que los indígenas y los que no es indígena hacían del domingo un día de esparcimiento, cuando de repente se oscureció, así , como el gobierno del régimen Uh Ah aprueba leyes descabellada y tiene al país en el progreso de la miseria del racionamiento socialista Uh Ah.
Tía Betulia mientras se acomodaba la lycra, vio con sus propios ojos como el techo de zinc oxidado y con cabuyera roída se desprendió bruscamente, dejando al descubierto a mi aguela que tenía las uñas clavada en la poceta del WC para sostenerse; para su asombro le cayó un techo nuevo con acerolic y cabuyera nueva, del mismo tamaño del ranchito. “todos dijimos, que la naturaleza se ocupa, hasta en esos detalles y no la desamparó.
  Luego, a lo que vinimos, lo del granizo que cayó resultó ser que un goajiro que vende cepillado lo agarró desprevenido peladeando a full cotiza (chancleta) cuando vio que la cosa se puso negra. Lo que más pudo hacer fue que se agarró de los pelos flechuos  de la cabeza para sostenerse, mientras que la bicicleta con cajón, hielo y botella fue levantada bruscamente, que asemejaba  la bicicleta de E.T. surcando el cielo (pero sin goajiro). Mientras se paseaba el carrito de cepillao en lo alto, todo se desparramó hasta el hielo granizado. Tia betulia jura y perjura que así fue y se decía  ¡Miarma que es eso! y ¡Zuakata! le cayó  un vaso de cepillao en la mera frente y exclamó una vulgaridad tan fuerte que todavía el eco se logra escuchar, cuando el rayo del catatumbo lo activa.
 El Goajiro sigue buscando los pedazos esparcidos de la bicicleta, lo que más le duele e indigna, es que no consigue la gorra. Ya que un goajiro sin gorra no es goajiro. Además tiene la esperanza de conseguir el hielo intacto.
 


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