Decidí aceptar el desafío y se los dije a
todo pulmón sin intimidación y los encaré a distancia prudencial que me
permitía correr estratégicamente desenfrenadamente:
- ¡Vos,
y cuanto más!, salgan pa´ fuera. ¡olvídense que voy a meterme pa’ dentro!. Yo
al más pinta´o los hago correr, incluyendo a todos ustedes y al mocho de la
patineta.
Y así fue, los hice correr hasta que se
perdieron tras de mí. Hasta el sol de hoy no han dado conmigo, pues yo, corrí sin parar. Corrí
tanto que me costó llegar a casa. Para la próxima me llevo la mascota del gato
llamado “Desafio” para que al menos sirva para algo. Por muy lejos que el gato
esté de la casa, siempre llega a la hora de la comida.
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