Darwin, cuando quiso bañarse en la playa,
luego de un mes, habían tantas iguanas nadando que se le hizo imposible, y se
las juró exterminarla. De ahí surgió la idea del origen de extinguir esa especie.
Desde ese momento la cara de una iguana
no fue la misma, la torció hasta expresar lo desagradable del caso, algo así
como de Suegra.
Estas
iguanas ancestrales al enterarse, emigraron a lugares escabrosos entre esos
saurios se asentaron en las orillas de Lago Coquivacoa. En una aldea llamada
”La Cañada” al Norte de América del Sur.
En el devenir de los tiempos las iguanas ha sido objeto de injerencia
animal. Su aspecto minúsculo de cara de
suegra se han visto involucradas e inculpadas por el Régimen Narco Terrorista
de incapaces Uh Ah. En Apagones eléctricas y afines a la devastación de la
economía de la Nación Uh Ah.
Lo más recientes es la sospecha de estas
iguanas, es su injerencia culinaria ante la hambruna de la Nación Uh Ah
desatada y la inflación inalcansable para obtener y comprar pollo. El comer
pollo es un enigma. La preocupación de las iguanas
es su casería furtiva bajo perfil como sustituto
de la carne de pollo. En su presentación esmechada lo hace iguanisísima al
pollo en su sabor con alteraciones del viejo truco de especies y condimentos
mediterráneos.
Ahora no sabemos si comemos pollo o iguana, para obtener proteína
animal. Esto quita el hambre, no por comerlo, sino por pensar “¿Qué estamos
comiendo?”. Y siempre detrás de estas intenciones hay una Suegra que dice: ¿Qué,
les pareció la comida?, antes de contestar, piensa uno “volví a caer”, de seguro nos dio iguana por pollo.
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