Como siempre, fue
en esos días súper repetidos familiar, sentar a la Agüela en un mecedor de
mimbre en el patio al amanecer, alternado con el frente para que presenciara el
ocaso del día.
En las reuniones
familiares, solíamos recordar en diciembre siempre y cuando, la Agüela
estuviese ausente. Sobre todo, el día que se nos olvidó la Agüela meterla, en
ese momento que caía un aguacero mata sapo. La Agüela gritaba –“creo que se les olvidó algo, cuerdas de
sucios”, en el momento que un trueno ensordecía el lugar. Cuando escampo
fue que notamos su ausencia. Nos quitó el habla por un mes y medio,
sobrellevamos la cosa, como si ella había quedado afónica.
La cosa es que la
Agüela no practicaba ningún deporte
y el día que la vimos correr; todos
corrimos sin parar porque lo que venía debía ser horrible. Aún es un enigma
familiar porque lo hizo, y al preguntarle solía sonreír a carcajada hasta que
se le caía la prótesis dental.
La otra cosa es
que Agüela fue desapareciendo lentamente. Decidimos hacer varias tómbolas para
reunir dinero y comprar para colocar una cámara de vigilancia sobre lo que
quedada de ella.
Fue ahí, que
supimos todo. Agüela parecía una hicotea. Ella fue víctima de saqueo y tráfico
ilegal de prótesis, por su nieto querido el marihuanero para obtener su droga.
El Nieto marihuanero le suministraba chimó adulterado para que dormitara. En
ese momento la saqueaba.
Para recuperar y
reponer sus prótesis, la Agüela no presentó cargo contra su Nieto. Ella trabaja
en un circo urbano, con una patineta sobre hielo. Es ¡fino! ver la Agüela hacer
el show, sobre todo la voltereta navideña en hielo seco.
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