Me dicen los que
me cuentan que un Gordo, de esos que
uno no sabe si fue la placenta la que amamantaron por su aspecto gelatinoso al
caminar; cuando se sienta en un Bus queda al lado de todos los pasajeros.
Dejo la tierra de
los Sobrevivientes de la Peste Socialista UhAh. El Gordo se sintió
desesperanzado hasta perder el deseo de vivir al verse engañado con el Carnet,
Bono y Caja de la Miseria Socialista UhAh. Sorteo su suerte yéndose donde su
existencia corriera más peligro. Más propenso a su extinción por el exterminio
que opera en Perú, Panamá y afines a los hastiados de ver compatriotas como el
Caballo del Escudo, corriendo a la derecha.
La Suegra financió
su viaje al Altiplano. Despertó sospecha de su interés que el Gordo tripúo y
lombriciento se fuera con doble pasaje. No como ida y vuelta, sino por su vasto
tamaño, le tocaba pagar doble puesto.
El Gordo, para no
delatar su procedencia fingió ser mudo. Los lugareños del Altiplano son asiduo
a comer cochino. Al Gordo lo veían como una especie de cochino raro; y le tenía
el ojo puesto para darle “ÑAKATA”. Cuando pasaban al lado de él le susurraban “a cada cochino le llega su sábado”.
El Gordo no
aguantó el acoso, al esconderse cada sábado. Regresó y en su llegada fue
recibido con la célebre expresión lacónica “¡Miarma! llegaste vivo!.El Gordo no
se ofendió y pregunto por su ropita que dejó; el cual estaba intacta. El Gordo
había dejado orden que la regalara a un pobre. La Agüella le respondió que “pobre” va ser alguien que entre en esa
talla, al menos que esté cundía de “amibas”. Como mantel y cortina es lo que
nos imaginamos en darle uso.
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