Fue en esos momentos que la existencia de la especie humana, tiene sus reveses. Un “mocho de brazos” sobreviviente de la Peste China, decidido a que le modificaran sus genes con un disfraz de vacuna; esa mañana amaneció temprano, se asió de dos palos de escoba como prótesis simulando brazos para no dar lástima en la cola de ser un lisiado.
Ermo Cho nunca se imaginó que se le cambiaría
la perspectiva de ver el mundo. En el momento de su turno, es atendido con el
único enfermero – un negrito fornido con arito en la oreja y moñito como cola
retorcida- . Le advirtió que lo inocularía, y que esos “piazo e`palos” por
prótesis no resultarán. Pele sus cositas “nalgas” por fuerza mayor.
Ahí es donde el “Ermo Cho”, en el forcejeo se le soltó al Negro enfermero, y arrancó a correr. Hubo confusión en el ambiente. Del Ermo Cho no se supo de él y mucho menos si el Negro lo inoculó.
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