No es fácil
mantener este proyecto, hay que educar a los humanoides para que lleven esos
desechos de envases plásticos en las orillas del mar y ríos. Nos impele seguir
una tradición y cumplir con la cuota de la contaminación impuesta por la
naturaleza humana.
Se cree, por
datos suministrados por la comunidad científica “Botellitas Viajeras”; los
humanoides tienen una necesidad de hacerse notar por razones estrictamente
enigmáticas. Un gran número tratan y lo hacen silenciosamente sin agresividad:
se tatúan y los más discretos arrojan una botellita de agua, como oportunidad de
su grito del silencio “aquí estoy yo”..
Y es, en las
orillas de ríos y playas donde converge esa intuición de originalidad, cada
quien sin distingo de raza, color, lengua, posición social, crédito o de
contado y afines a la diversidad humana; aportan su envase plástico de agua a
la deriva. Llamando así la atención, - que existe alguien perdido en el
sincretismo social, preocupado para que piensen en el, de que el existe
disgregado en la nada - Y en una
expresión lapidaria “esa botellita de agua vacía de plástico, puede ser la mía”.
Otros creen, a lo
que no le damos crédito, ya que fue mi Aguella; que en su estado agónico me
reveló un secreto y luego expiró. En la familia creen que ese secreto le
mantenía su existencia y hasta el sol de hoy parezco a esa Botellita de Agua,
lejos de la familia. Lo cierto que ella me dijo: - que la razón de ser de la
Botellitas de Agua es “ por el agua
vinieron y al agua volverán”. Fin de la cita.
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