Fue en esos días lluviosos por ondas tropicales, vaguadas y afines. Siempre habrá alguien varado, en dificultades improvisadas.
Allí estaba ella, sobresalía entre el grupo;
en una parada de bus, resguardándose de la lluvia y un charco de agua que los
aislaba de la tierra seca. Solo a mí, se me ocurrió ser su héroe, es decir
prestarle ayuda.
No sé, si la lluvia inundó mi percepción. Al
principio me pareció a la distancia ver un grupo de gente agolpadas bajo ese
techo, tratando de pasar ese charquito.
Cuando llegué, me aseguré lo que veía. Eso era
como una Ballena varada, pero ya había comprometido mis buenas intenciones de
ayudar a la chica. No había de otra, tenía que cargar a la “Gorda”, para
atravesar el charquito.
Le dije, con un nudo en la garganta:
- La
puedo cargar, para que no se le mojen los pies.
- Ella
accedió con sonrisa enigmática. Y fue ahí cuando esa cosa me aplastó en el
charquito. Juro que me ahogaba y la “Gorda” ahí.
- No
me quedó de otra. - ¡Gorda Bajáaate!, ¡Gorda Bajáaate!, ¡Bajáaate Gorda!
- En
verdad, no se le mojó los pies, ella caminó sobre mi.
¡Por mi madre!, que en la parada yo vi mucha gente, y solo estaba
ella. Lo que mi mente me dice; que eso era una ¡Gorda!, una ¡Ballena Varada!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario