Desde las
entrañas más intrínsecas de los laberintos de nuestro miedo, emerge ese miedo en puntilla sorpresivamente hasta socavar
lo vernáculo de nuestra existencia. Ese miedo
sale a relucir cuando le nombran el mítico “COCO”. La imaginación
como efecto de defensa al estilo glóbulos blanco ante la infección; recrea en
nuestra memoria fotogramas virtuales monstruoso del “Coco”.
El “Coco” holográficamente como lo percibe
nuestra infancia es feo, cuando es
nombrado como amenaza controladora y manipuladora entre “Adulto – infante”. El
“Coco” es invocado como defensa intimidatoria
ante el rival. Lo más cercano que podemos asociar al “Coco” cuando crecemos incluyendo a los enanos, al pasar los años, lo
vemos materializado en la “Suegra”.
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